Exordium
El destino de un ser es
habitar cavernas y pasillos subterráneos.
La tierra donde mora altera
las formas de la construcción.
Donde ayer hubo una caverna,
hoy solo existe piedra maciza.
Donde ayer hubo piedra maciza,
hoy existen pasillos conectados.
Para describir las cavernas,
solo puede utilizar palabras
que le resultan imprecisas, inexactas.
Así descubre el lenguaje,
y su doble: la memoria.
Para interpretar la forma de las cavernas,
necesita desarrollar la geometría,
y con ella descubre la capacidad de imaginar.
Para representar las cavernas,
deforma al máximo su imaginación,
y así descubre el arte y su sombra: la técnica.
Pero ante la pregunta ¿Por qué son las cavernas?
ningún instrumento intelectual
otorga una respuesta satisfactoria.
Entonces abstrae al límite su capacidad de razonar.
Crea la teología, inventando un espejo ético.
El ser envejece,
descubriendo los engranajes más delicados,
el tiempo y el olvido, que son uno solo.
El último día observa
la sutileza: se descubre simbólico.
Luego, las cavernas seguirán estando.
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